miércoles, 13 de abril de 2011

Barrio piringundín, barrio malevo donde aprendí a mancar la vida maula...

        Palermo es un barrio porteño casi infinito, fraccionado en un sin fin de zonas como: Palermo Hollywood, Palermo Soho o Palermo Viejo. Este último me albergó satisfactoriamente hasta que, por sus inasequibles precios, debí divorciarme de él y obligar una mudanza a un lugar que se adaptase a los agujeros de mis bolsillos. Comencé a husmear empedernidamente y descubrí un nuevo y módico Palermo, fuera del perímetro del mismo, pero que las inmobiliarias aseguraban que era parte de el.  Este Palermo era apellidado Queens. Indagué sobre su existencia y todo aquel que fue receptor de mis interpelaciones confirmó que ese barrio no se llama de tal forma, si no Villa Crespo. Pese a la crisis de identidad que atravesaba esta ración de Capital Federal, me mudé al día siguiente a una de sus casas. Al incorporarme en su actividad barrial noté que poseía los individuos más estrambóticos que contemplé en mí íntegra existencia. Uno de los especímenes que robó mi atención fue esta veterana de incalculables primaveras y portadora de un chalado estilete. Su arreglo capilar consistía en un batido exorbitante que podía albergar a una familia entera de palomas. Su maquillaje se componía de un fuerte delineado de ojos y de una boca tiznada desprolijamente de rojo carmesí. Siempre se ataviaba de negro. Desconociendo su verdadero nombre me atreví a motejarla Señora Smith. El apelativo resultaba de la colosal semejanza de la anciana con el cantante del célebre grupo musical The Cure. Todas las mañanas esta vetusta fémina paseaba a la velocidad de un caracol cojo con su amigo inseparable: un anciano de cabellera larga y blanca que se escondía debajo de un sombrero, también blanco, de enorme visera. Aquel veterano tenía un rostro familiar, me recordaba a alguien pero no sabía a quien. Cambiando de canal en canal lo encontré en un comercial televisivo, era la cara de un medicamento para aliviar los dolores que provoca la artritis . Ahora, cada vez que lo veo, no puedo dejar de imaginarlo saltando y corriendo, cual niño, como en su publicidad. De esta forma, el octogenario en cuestión, bautizado Max Berliner, se suma a la lista de famosos que circulan por las adoquinadas callecitas Villacrespenses:
-        Amigacho : mediático-cantante(?) que alcanzó el estrellato porque es un vegetariano-ex-sordo que se encarga de mechar en cada una de las palabras que pronuncia la letra CH.
-       Castells: líder de un movimiento político de pocos triunfos. Conocido por iniciar mas ayunos que un musulmán en ramadán y porque su jermu se contoneaba en el caño del programa de Tinelli.
       Mi barrio no será Palermo Hollywood, con sus incesantes desfiles de actores y vedettes (léase: yiro que compone el 80% del staff diario de los programas de chimentos) pero es mucho mas divertido, lo aseguro! In your face palermitano fashion!

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